¡Bienvenidos a la tradición veracruzana!

Como punto primordial de esta investigación haremos mención y descripción de la indumentaria tradicional y representativa de la región del sotavento, hablando concretamente, del traje tradicional de la Jarocha, vestimenta que engloba un sinfín de significados y simbolismos, que hacen destacar al estado dentro de su folklor, costumbres y tradiciones.

TLACOTALPAN

Inscrito en diciembre de 1998 en la lista de Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, este municipio se ubica en la rivera del Río Papaloapan. Se le conoce como el lugar de origen de la identidad jarocha comúnmente aceptada.
De las características únicas que hicieron merecedor a Tlacotalpan de este reconocimiento son el trazo urbano y la representación de la fusión de las tradiciones españolas y caribeñas de excepcional importancia y calidad. Otro de los criterios que se reconocieron fue que es un puerto ribereño colonial español situado cerca de la costa del Golfo de México.
La temperatura del municipio promedio anual es de 25°C, su clima es cálido-regular, y tiene una precipitación media anual de 18mm aproximadamente.

El municipio de Tlacotalpan colinda al norte con los municipios de Alvarado y Lerdo de Tejada; al este con los municipios de Lerdo de Tejada, Saltabarranca y Santiago Tuxtla; al sur con los municipios de Santigo Tuxtla, Isla, José Azueta y Amatitlán; al oeste con los municipios de Amatitlán, Acula y Alvarado. 
El traje o vestimenta de la Jarocha se remonta a la historia de los pobladores de la cuenca del Papaloapan, que según la moda europea de la telas oscuras y pesadas del traje valenciano o español fue sustituido por el ligero atuendo de telas frescas como el organdí, la muselina, el algodón, el lino, el tul y demás, y que esta moda fue inspiradora del vestido de la jarocha. Así poco a poco se hicieron modificaciones y cambios acordes a las necesidades diarias como el clima, a la vida ribereña y marítima que se torna en hermosa vestimenta tropical. Tal y como se hace mención en el año de 1844 el autor José María Esteva, poeta criollo nacido en Veracruz, en su obra “Museo Mexicano”, donde describe a la jarocha: “Una enagua de muselina blanca o azul en anchos olanes del mismo género; 
una camisa de olan batista con grandes bordados en la manga y encajes que le llegan hasta el codo; una pañoleta blanca y finísima con que cubren su turgente seno; unas medias de seda caladas y un gracioso calzado forman la parte principal de su vestido. 

Son profusas en adornarse y algunas he visto yo, con dos o tres rosarios de oro y corales, pendientes de su cuello, aunque lo regular es que llevan uno que les cuesta cincuenta a cien pesos, con una hermosa cruz calada de oro. Su peinado es sencillo. Dan vuelta sobre la cabeza a sus trenzas, las cuales vienen a unirse en la parte superior con un hermoso moño de cinta de gasa encarnada, azul o amarilla, dejando a la vista por detrás el hermoso cachirulo que parece una corona de oro macizo;"



En el siglo XIX don José María Esteva, usa el término “jarocha” para describir a la muchacha que vive en la costa y baila los sones veracruzanos, portando con gracia y elegancia este traje que en ocasiones se elabora en tonos de color pastel: rosa, azul, amarillo, verde y naranja pálidos, pero que generalmente es blanco. 



El vestido de la mujer jarocha ha evolucionado a lo largo del tiempo, siendo el resultado de la mezcla de tres influencias, de tres culturas, de tres sangres. La sangre española llegada del viejo continente, la sangre africana de los hombres traídos como esclavos y la sangre indígena de los nativos, puramente mexicana. Cada cultura aportó elementos a la vestimenta jarocha, considerada la más representativa del Estado de Veracruz. 
Sin duda, el traje de jarocha es portado con mucho orgullo y alegría por las mujeres veracruzanas, su trabajo de elaboración persiste con gran fuerza en la cuidad de Tlacotalpan, considerado ya como patrimonio cultural de la región avalado por la UNESCO como parte artesanal sobresaliente, que reconocen en él sus tradiciones, sus orígenes y su dedicación, así como la belleza del traje que se luce al bailar un fandango al ritmo de son jarocho, con la tarima y el volar de las blancas enaguas.












En las fiestas de los pueblos jarochos, una pareja o varias mujeres suben a bailar a un tablado que ocupa un rincón de la plaza principal. Los vecinos se congregan para disfrutar el rítmico zapateo de los bailadores y, al mismo tiempo, aplaudir y apreciar la maestría con que los músicos improvisan coplas y tocan la jarana, el arpa, el requinto y, en ocasiones, el pandero hecho de madera con piel encerada y una quijada de caballo. Pronto la alegría se contagia al escuchar antiguos sones como: el Fandanguito, el Jarabe Loco, la Bruja, el Colas, María Chuchena, el Carpintero, el Balajú, el Cascabel, el Siquisirí, los Pollos, la Sarna, el Buscapiés, el Torito Jarocho y, desde luego, la popular Bamba.
Decir Veracruz es abrir un largo capítulo de referencias. No se puede mencionar su nombre sin dejar de pensar, simultáneamente, en tierra verde, mar azul, cálida temperatura, gastronomía, cultura y tradición.
La rica herencia indígena y española que posee la cultura mexicana se fusiona en un amplio abanico de textiles, colores y bordados para crear magníficas obras de indumentaria que son un orgullo en cada rincón de este país.

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